<html><body><a href="http://infoling.org" target="_blank"><img
src="http://infoling.org/img/infoling.png" alt="Logo image by Hay
Kranen / CC-BY" width="255" height="50" align="left" border="0" /></a>
<br /><br /><br />
<br /><font style="font-size:80%"><table border="0" bordercolor="#FFF"
width="500px"><tr><td width="130"><a style="text-decoration:none"
target="_blank" href="http://infoling.org/revista/" title="Ir a
Infoling Revista"><img style="vertical-align:-30%;width:130px"
alt="Infoling Revista"
src="http://delicious.uab.es/infoling2/img/infolingIR.png"></a></td><td
width="80"><a style="text-decoration:none"
href="http://www.facebook.com/infoling" target="_blank"><img
border="0" src="http://infoling.org/img/facebook-icon.png"
alt="Infoling at Facebook"
style="vertical-align:-30%;height:16px;width:16px" />
Facebook</a></td><td width="180"><a style="text-decoration:none"
href="http://www.twitter.com/infoling" target="_blank"><img border="0"
src="http://infoling.org/img/t_small-b.png" alt="Infoling at Twitter"
style="vertical-align:-30%;height:16px;width:16px" />
Twitter</a></td></tr></table></font>
<br />Moderador/a: Carlos Subirats (U. Autónoma Barcelona), Mar Cruz
(U. Barcelona)
<br />Editoras: Paloma Garrido (U. Rey Juan Carlos), Laura Romero (UB)
<br />Programación, desarrollo: Marc Ortega (UAB)
<br />Directoras/es de reseñas: Alexandra Álvarez (U. Los Andes,
Venezuela), Yvette Bürki (U. Bern, Suiza), María Luisa Calero (U.
Córdoba, España), Luis Cortés (U. Almería)
<br />Asesoras/es: Isabel Verdaguer (UB), Gerd Wotjak (U. Leipzig,
Alemania)
<br />Asesor legal: Daniel Birba
<br />Colaboradoras/es: Julia Bernd (Cause Data Collective, EE.UU),
Miroslava Cruz (U. Autónoma del Estado de Morelos. México), Matthias
Raab (UB), Antonio Ríos (UAB)
<br />
<br />Con el patrocinio de:
<br /><table border="0" bordercolor="#FFFFFF"
width="200px"><tr><!--<td><a href="http://www.fundacioncomillas.es/"
target="_blank"><img
src="http://www.infoling.org/img/logo-comillas.png" alt="Fundación
Comillas" width="85" height="49" align="left" border="0"
/></a></td>--><td><a
href="http://www.arcomuralla.com/Arco/Shop/default.asp"
target="_blank"><img style="border:0;margin-top:10px"
src="http://www.infoling.org/img/logoarco.jpg" alt="Arco Libros"
width="62" height="34" align="left" border="0"
/></a></td></tr></table><br /><hr /><font style="font-size:90%">
<br /><b>Infoling 9.40 (2013)</b><br />ISSN: 1576-3404 </font>
<br /><font style="font-size:90%">© Infoling 1996-2012. Reservados
todos los derechos</font>
<br />
<br /><hr /><b>Medios de comunicación:</b><br />Agoff (et al.),
Irene. 2013. Manifiesto por la soberanía idiomática de Argentina y
América Latina<br /><b>URL:</b> <a
href="http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-229172-2013-09-17.html"
target="_blank">http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-229172-2013-09-17.html</a><br
/><b>Referencia:</b> Página 12, 17 de septiembre de 2013
(Argentina)<br /><b>Información de:</b>
<infoling@infoling.org><br />Compartir: <a
href="http://api.addthis.com/oexchange/0.8/forward/facebook/offer?url=http://www.infoling.org/informacion/Media21.html&pubid=ra-4def7f4a7565a706"
target="_blank" rel="nofollow"><img border="0"
src="http://infoling.org/img/facebook-icon.png" alt="Send to Facebook"
title="Send to Facebook"
style="vertical-align:-30%;height:16px;width:16px"
/></a> <a
href="http://api.addthis.com/oexchange/0.8/forward/twitter/offer?url=http://www.infoling.org/informacion/Media21.html&template=@infoling%20Manifiesto%20por%20la%20soberanía%20idiomática%20de%20Argentina%20y%20América%20Latina%20{{url}}&pubid=ra-4def7f4a7565a706&shortener=bitly&bitly.login=infoling&bitly.apiKey=R_60e1d6b1cb688030e7759b835f63d0c0"
target="_blank" rel="nofollow"><img border="0"
src="http://infoling.org/img/t_small-b.png" alt="Tweet this"
title="Tweet this" style="vertical-align:-30%;height:16px;width:16px"
/></a><hr /><p><a
href="http://infoling.org/english/search/media/ID/21"
target="_blank">View with English headings</a></p><hr /><br
/><b>Reproducción del texto o información</b><br /><p> <b>Por una
soberanía idiomática</b><br /><br />Escritores, intelectuales y
académicos, entre otros, plantean “la necesidad perentoria de
establecer una corriente de acción latinoamericana que recoja la
pregunta por la soberanía lingüística como pregunta crucial de la
época”. Proponen la creación de un Instituto Borges y la apertura
de un foro de debate en el Museo del Libro y de la Lengua.<br /><br
/><b>I</b><br /><br />"El lema actual de la Real Academia Española
(RAE) es “Unidad en la diversidad”. Lejos del purista “Limpia,
fija y da esplendor”, el de hoy anuncia la mirada globalizadora
sobre el conjunto del área idiomática. Podría entenderse como
enunciado referido al carácter pluricéntrico del español, pero como
al mismo tiempo la RAE define políticas explícitas en la
conformación de diccionarios, gramáticas y ortografías, el matiz de
“diversidad” que propone termina perdiéndose en el marco de
decisiones normativas y reguladoras que responden a su tradicional
espíritu centralista. Las instituciones de la lengua son
globalizadoras cuando piensan el mercado y monárquicas cuando tratan
la norma. La noción pluricéntrica, entendida en sentido estricto
(diversos centros no sometidos a autoridad hegemónica), queda
cabalmente desmentida entre otros ejemplos por el Diccionario
Panhispánico de Dudas (2005), en el que el 70 por ciento de los
“errores” que se sancionan corresponde a usos americanos. El mito
de que el español es una lengua en peligro cuya unidad debe ser
preservada ha venido justificando la ideología estandarizadora, que
supone una única opción legítima entre las que ofrece el mundo
hispanohablante.<br /><br />En la tradición del pensamiento argentino
esto se ha debatido profusamente. Desde la intervención de Sarmiento
sobre la necesaria reforma ortográfica hasta la afirmación del matiz
en Borges, la condición americana de nuestra lengua no estuvo exenta
de querellas. Para los hombres del siglo XIX, se trataba de sacudir la
condición colonial de esa herencia y por ello emprendieron la
búsqueda de formas atravesadas por otros idiomas. Pero si coquetearon
con el francés, se asustaron con el cocoliche, y aún más con la
idea de que la diferencia provenía de los diversos mestizajes y
contactos con el mundo indígena. Las discusiones sobre la lengua
fueron discusiones sobre la nación. Durante el siglo XX, los debates
sobre la lengua también fueron en gran medida debates sobre las
instituciones y sobre el papel del Estado nacional. La emergencia de
voces que propugnaban por una “soberanía idiomática” tuvo un
momento de condensación cuando el gobierno peronista enunció, en
1952, el objetivo de crear una Academia Nacional de la Lengua para que
produjera instrumentos lingüísticos propios. Cuestionaba, así, a
las academias normativas existentes, en particular a la Real Academia
Española.<br /><br />Son y no son nuestros debates. En este momento,
la crítica a España no debería abrir posiciones de retorno a esos
énfasis nacionales. Que por un lado creían en las nuevas amalgamas y
por otro tendían a borrar toda diferencia interna, negando, para ser
nacionales, la heterogeneidad étnica y cultural de las poblaciones
habitantes del territorio. Nuestra contemporaneidad, signada por
intentos novedosos de integración sudamericana, en la que por primera
vez la región se ha dado instituciones políticas de articulación
(el Mercosur, la Unasur, el ALBA) abre una perspectiva fundamental: la
de considerar la cuestión de la lengua a nivel regional, como
dimensión de esos procesos en los que frente a la globalización
mercantil se forja una alianza entre los países de la región.<br
/><br />Una región en la que hay dos lenguas mayoritarias, el
portugués y el español, y lenguas indígenas que trascienden las
fronteras nacionales, como el quechua, el mapuche, el guaraní, merece
políticas de integración y comunicación, apostando al bilingüismo
y al reconocimiento de lo plural y cambiante en los idiomas. La lengua
es el campo de una experiencia y la condición para la constitución
de sujetos políticos y, a la vez, una fuerza productiva.<br /><br
/><b>II</b><br /><br />Valoración política de la heterogeneidad más
que festejo mercantil de la diversidad. Eso reclamamos. No sólo en lo
que hace a territorios nacionales en los que coexisten lenguas
indígenas y lenguas migratorias. También afirmación de la
heterogeneidad en los usos literarios y expresivos. La idea de un
“castellano neutro”, usada en los medios de comunicación y en
algunos tramos de la legislación, termina situando una variedad –en
general la culta de las ciudades– en ese lugar sin comprender su
propia condición relativa y arbitraria. En la oralidad borra las
diferencias regionales y en la escritura funciona como llamado a un
aplanamiento de la capacidad expresiva en nombre de la comunicación
instrumental.<br /><br />Allí funciona, como es posible ver en las
industrias editoriales y en los medios de comunicación, una
estrategia de mercado que no supone menos homogeneización y
supresión de las diferencias que las viejas instituciones estatales y
sus controles disciplinarios. La integración latinoamericana, como
horizonte necesario de las políticas nacionales, supone una
conjunción de esas heterogeneidades y no su olvido en nombre de una
globalización sin asperezas ni rugosidades.<br /><br />Así como hay
discusiones en curso sobre los medios y sobre la Justicia, creemos
necesario constituir un foro sobre las cuestiones que hacen a las
políticas de la lengua. No es necesario abundar sobre esa dimensión,
pero sí enunciar algunos ejemplos: las industrias audiovisuales no
pueden pensarse, tal como se hace visible con la ley del doblaje, sin
decisiones sobre la lengua o sólo con la idea de trabajo nacional o
desarrollo propio; las estrategias educativas centradas en la
distribución de herramientas tecnológicas no pueden completar su
tarea sin la consideración de los contextos lingüísticos de su
aplicación; la literatura no puede desligarse de la consideración
social de la lengua que hablamos y tampoco de la situación del mundo
editorial, ligado de múltiples modos con los mercados
internacionales. Todos estos fenómenos tienen varias dimensiones: la
material, económica, empresarial, laboral y la que hace a la
fundación cultural. No pueden verse como disyuntivas tenaces, a
elegir entre cosmopolitismos entreguistas y defensas soberanistas,
sino como la oportunidad única, para América latina, de recrear sus
modos de integrarse y diferenciarse.<br /><br /><b>IIII</b><br /><br
/>En marzo de 1991, el gobierno de Felipe González, con explícito
auspicio de la corona española, creó el Instituto Cervantes,
situándolo en principio como dependencia del Ministerio de Asuntos
Exteriores. La fecha y la iniciativa de gobierno no son en nada ajenas
al proceso político de rápida integración europea en el que en ese
período, entre mediados de la década del ’80 y la década del
’90, se encontraba España, obligada entonces a poner en línea con
la Unión no sólo los índices de regulación fiscal y un conjunto de
estrategias económicas para ingresar plenamente al mercado común
europeo, sino también sus políticas de administración pública,
educativas y culturales. Es en el marco general de esas reformas que
el gobierno español asume la determinación de proyectar
institucionalmente la lengua, entendiéndola como bien estratégico.
Se inscribe así en una larga tradición europea que arranca en
Francia en el siglo XIX. La Alliance Française, que según las
mediciones estadísticas de la Unión, se promociona actualmente como
la organización cultural más grande del mundo, fue creada en 1883,
por un comité de notables entre los que se encontraban Louis Pasteur,
Ernest Renan, Jules Verne, el ingeniero Ferdinand Lesseps y el editor
Armand Colin. El propósito de la institución, equivalente del
tardío Instituto Cervantes, fue también el de difundir la lengua y
la cultura francesas en el mundo. Hacia fines del siglo XIX, este
objetivo enlaza evidentemente con las políticas de expansión y
reparto de zonas de influencia de las potencias imperiales europeas. A
cuenta del ingeniero Lesseps no sólo hay que poner esa iniciativa
“cultural”, también la construcción del canal de Panamá y del
canal de Suez (el uno indispensable conexión oceánica para las
nuevas configuraciones del mercado mundial y el otro pieza fundamental
de la política imperial francesa); y de su discípulo Alfred Ebélot,
la construcción argentina de la zanja de Alsina, foso fronterizo con
el mundo indio. La Società Dante Alighieri se funda en 1889, su
primera zona fuerte de influencia se sitúa en el norte de Africa. Y
ya en el siglo XX, el British Council y las asociaciones de cultura
inglesa y en la reconstrucción alemana de posguerra (1951) el Goethe
Institut. En los últimos años, en un contexto bien diferente, se
fundaron el Instituto Confucio (China) y el Camoes (Portugal), al
tiempo que Brasil proyecta su Instituto Machado.<br /><br />Esta
brevísima descripción de los organismos europeos creados para la
difusión de sus lenguas centrales, vinculados en general con
perspectivas diplomáticas y de política exterior, apunta a señalar
que fueron inicialmente concebidos como instrumentos de asociación
entre el valor “comunicacional” de la lengua y el sistema de
expansión y aclimatación de la economía mundial en el período. La
lengua queda así principalmente comprometida en su rasgo
instrumental, como dispositivo técnico de penetración económica por
una parte, y a la vez como fórmula de colonización y propagación
cultural. No muy distinto es el caso del Instituto Cervantes. Adaptado
a las exigencias de la integración española a Europa en el auge de
la globalización, se propuso sin embargo y desde el comienzo como
apéndice de una articulación mayor y específica con la vieja
institución reguladora de la lengua, la Real Academia, y sus sedes y
correspondientes americanas. El Cervantes se define así en un doble
escenario funcional: instrumento de promoción de la enseñanza del
español y de divulgación cultural en países y regiones no
hispanohablantes, e institución de apoyo a las políticas reguladoras
y normativas de la lengua en países de habla hispana. Esta doble
función la distingue del resto de los organismos europeos
equivalentes. La Academia Francesa o la italiana (Accademia della
Crusca) no buscan imponer significativamente formas normativas a
través de la Alliance o la Dante; y en el contexto anglófono, como
se sabe, no hay institución que rija las mutaciones y variedades de
la lengua inglesa. En esos años, los ’90, el Cervantes se asume
como correlato y “avanzada” del intenso crecimiento de los
negocios españoles en Sudamérica (privatización de las
comunicaciones, de la energía y del transporte, fuerte penetración
de la banca, etc.). Por su parte, y ya a partir de la década
anterior, las industrias culturales españolas comienzan a proyectarse
como un campo de profuso rendimiento. La industria editorial, entonces
fuertemente subsidiada por el Estado español, fue esbozándose como
cifra hegemónica en la región idiomática y beneficiaria de los
bruscos procesos de concentración del sector. Desde entonces, el
Instituto Cervantes ha sido y es una pieza decisiva en la
construcción de la “marca” España. La palabra “marca”, con
la que el Instituto Cervantes y sus organismos satélites tienden a
identificarse, y referida para nombrar los desplazamientos de mercado,
las astucias y fetichismos de la publicidad, constituye una huella
histórica evidente del papel que viene asignándose a la lengua.<br
/><br /><b>IV</b><br /><br />La lengua no es un negocio, pero a menudo
se la trata como tal, y entre algunas corporaciones españolas, por
ejemplo, cunde la metáfora de compararla con el petróleo. España no
tiene crudo, se dice, pero perforando en sus yacimientos brotó a
borbotones el idioma español, que terminó por arrojar más y mejores
réditos. Pero las perforaciones no se hacían sólo en Madrid,
también en Medellín, en Lima, en Santiago, en Buenos Aires; en
materia idiomática, España siempre sintió que se trataba de
“sus” yacimientos, pues no se cansa de decir que se trata de un
“bien común” e “invaluable”, y que por eso es ella la que se
encarga de comercializarlo en el resto del mundo. El patrimonio es
compartido, pero la destilación es extranjera.<br /><br />Para
dimensionar la realidad petrolífera de la lengua citaremos sólo
algunos datos que surgen del Informe 2012 del Instituto Cervantes:
más de 495 millones de personas hablan español. Es la segunda lengua
del mundo por número de hablantes y el segundo idioma de
comunicación internacional. En 2030, el 7,5 por ciento de la
población mundial será hispanohablante (un total de 535 millones de
personas). Para entonces, sólo el chino superará al español como
lengua con un mayor número de hablantes nativos. Dentro de tres o
cuatro generaciones, el 10 por ciento de la población mundial se
entenderá en español. En 2050, Estados Unidos será el primer país
hispanohablante del mundo. Unos 18 millones de alumnos estudian
español como lengua extranjera. Las empresas editoriales españolas
tienen 162 filiales en el mundo repartidas en 28 países, más del 80
por ciento en Iberoamérica, lo que demuestra la importancia de la
lengua común a la hora de invertir en terceros países. Norteamérica
(México, Estados Unidos y Canadá) y España suman el 78 por ciento
del poder de compra de los hispanohablantes. El español es la tercera
lengua más utilizada en la red. La penetración de Internet en la
Argentina es la mayor entre los países hispanohablantes y ha superado
por primera vez a la de España. La demanda de documentos en español
es la cuarta en importancia entre las lenguas del mundo.<br /><br
/>Otro dato final, que no consta en el Informe: el 90 por ciento del
idioma español se habla en América, pero ese 90 acata, con más o
menos resistencia, las directivas que se articulan en España, donde
lo habla menos del 10 por ciento restante. Estos números bastan para
comprender el interés en discutir los destinos de la lengua: sus
usos, su comercialización, su forma de ser enseñada en el mundo. Si
fuera sólo un asunto económico no tendría relevancia el tema, pero
afecta a las democracias, a la integración regional, a la soberanía
cultural de las naciones.<br /><br />Pretendemos evidenciar esta
realidad, no para crear un frente común contra España, a la que no
consideramos nuestra enemiga. El problema es el monopolio, la
utilización mercantil de la lengua y la consiguiente amenaza cultural
que supone imponer el dominio de una variedad idiomática. España no
es el enemigo, pero no solapamos la necesaria polémica que debemos
establecer con sus órganos de difusión y comercialización de la
lengua. Cuando el rey Juan Carlos le dice al nuevo director del
Instituto Cervantes y ex presidente de la Real Academia: “¡Ocúpese
de América!”, nosotros conocemos bien la naturaleza profunda de esa
ocupación.<br /><br />España, por lo demás, tiene todo el derecho
del mundo a tener una política de Estado en relación con la lengua;
lo insólito es que nuestro país no la tenga, cediéndole el
“derecho a disfrutar bienes ajenos con la obligación de
conservarlos, salvo que la ley autorice otra cosa”, según define
“usufructo” el Diccionario de la RAE, al que le rendimos este
pequeño tributo, apelando a sus propias definiciones.<br /><br
/><b>V</b><br /><br />El Cervantes, organismos como Fundéu
(Fundación para el Español Urgente), y las expresiones y acuerdos de
colaboración con las Academias Nacionales de la lengua, suelen
indicar explícitamente el patrocinio de empresas e instituciones que
las promueven: Iberia, BBVA, Banco Santander, Repsol, RTV, Agencia
EFE, CNN en español, etc. Los efectos de esta ofensiva de dominio
sobre la lengua son vastísimos y de compleja delimitación. Nos
interesa destacar aquí, preliminarmente, el modo en que se han ido
obstaculizando las vías de comunicación, encuentro e intercambio
latinoamericano. Las corporaciones de medios y los monopolios
editoriales en combinación con las instituciones y organismos de
control de la lengua produjeron un creciente aislamiento cultural
entre nuestros países, sólo revisado en el plano político, social y
económico por los proyectos de integración regional (Unasur,
Mercosur, ALBA), pero no suficientemente interrogado en el plano
cultural. Hasta la década del ’70, en el período inmediatamente
anterior a la generalización de modelos dictatoriales de gobierno en
la región, la literatura latinoamericana produjo, al margen del
llamado “boom”, acontecimientos relevantes de cruce e
interrelación. Acontecimientos cuya medida no atañe meramente a los
mecanismos editoriales de distribución o comercialización del libro,
sino al campo de la lengua misma, a sus procedimientos y
construcciones poéticas. Los lectores argentinos, no requeridos de
esa abstracción de mercado que se presenta bajo la fórmula
“español neutro”, incorporaron sin dificultad el conjunto de
variedades de la lengua e inversamente el idioma de los argentinos fue
asimismo recibido y conjugado por lectores mexicanos, cubanos,
peruanos, chilenos o colombianos.<br /><br />Aunque se trata de una
especulación no del todo comprobable, si es cierto que la neutralidad
que ahora persiguen las grandes corporaciones editoriales reporta
mayores ganancias, es a la vez indudable que pone en funcionamiento un
mecanismo de abierto empobrecimiento de la lengua. El programa de
uniformización que está en curso es el correlato concluyente de la
naturaleza general normativa y de las corrientes totalizadoras de esta
etapa del capitalismo. Aun a pesar de sus pronunciamientos y sermones
democratistas, el espíritu neoliberal procede de una difusa raíz
totalitaria. Si conocimos sobradamente la bestialización económica
del programa, sus efectos destructivos de vaciamiento político
institucional y los daños generales causados sobre el tejido social,
no menos preocupante, aunque de verificación más opaca, resulta el
impacto que esa lógica impuso e impone sobre la lengua. Como en la
parábola de la “carta robada”: sus alcances están a la vista y a
la vez ocultos.<br /><br />Lo que es cierto respecto del control
corporativo de los medios de comunicación lo es también en el campo
de la producción cultural, en el sector editorial, en el audiovisual,
en la historia literaria reciente, en la traducción, en la enseñanza
del español como lengua extranjera o en el amplísimo terreno de la
educación pública. Por una parte enfrentamos la tarea de nombrar los
efectos de estas políticas de la lengua, pero también, y sobre todo
en condiciones de amenaza latente de restauración neoliberal, la
necesidad perentoria de establecer una corriente de acción
latinoamericana que recoja la pregunta por la soberanía lingüística
como pregunta crucial de la época.<br /><br /><b>VI</b><br /><br />Es
tiempo, creemos, de sostener el camino de una lengua cosmopolita, a la
vez, nacional y regional. Nuestro español, pleno de variedades,
modificado en tierras americanas por el contacto con las lenguas
indígenas, africanas y de las migraciones europeas, nunca fue un
localismo provinciano. Fue lenguaraz y no custodio, es experiencia del
contacto y no afirmación purista. Al menos, el que sostenemos como
propio. En América latina se han macerado grandes escrituras al
amparo de esa búsqueda: desde el ensayismo del peruano José Carlos
Mariátegui, que pensaba que una cultura nacional surgía de la doble
apelación al cosmopolitismo y al indigenismo, hasta la antropología
del brasileño Gilberto Freyre, que vio en el portugués del Brasil
una creación de los esclavos africanos. Pero también desde la lengua
mixta y tensa de José María Arguedas, lengua que problematiza la
herencia colonial, o el barroco americano de Lezama, definido como
lengua de contraconquista, hasta la precisa intervención borgeana.
Porque Borges, cuyo peso y búsquedas en estas discusiones son
innegables, fue quien marcó el camino de una inscripción
profundamente argentina de la lengua literaria y a la vez la desplegó
como español universal.<br /><br />Borges es el Cervantes del siglo
XX: ésto es, el renovador mayor de la lengua, no sólo para su país
natal sino para el conjunto de los hispanohablantes. Si en los años
veinte buscó en la sonoridad de la criolledá la expresión
idiomática propia, una década después descubría que no se trata de
color local: que la lengua estaba en un tono, una respiración, una
andadura. Lo hizo de modos polémicos y no poco cuestionables, como su
carácter antiplebeyo y sus derivas conservadoras. Pero es el momento
de recuperar, con su nombre, una apuesta que toma la suya como
inspiración y al mismo tiempo debe modificarla.<br /><br />Una
apuesta, dijimos, a generar un estado de sensibilidad respecto de la
lengua, que no se restrinja a una reflexión académica sino que
enfatice sobre su dimensión política y cultural, y que se proyecte
sobre las grandes batallas contemporáneas alrededor de las
hegemonías comunicacionales y la democratización de la palabra. Una
apuesta que por ahora imaginamos doble: la constitución de un foro de
debates en el Museo del Libro y de la Lengua de la Biblioteca Nacional
y el impulso a la creación de un Instituto Borges: un ámbito desde
el cual producir una composición latinoamericana de estas cuestiones.
Una institución que lleve este nombre, como episodio argentino de una
política encaminada a la creación de una Asociación Latinoamericana
de la lengua, forzosamente deberá considerar su acto de fundación
también como un acontecimiento de la lengua, portador de su memoria
viva, de su pasado escurridizo y de las adquisiciones que obtiene y
puede perder en su camino. Un Instituto Borges puede ser una
institución con sus actos de reunión y reconocimiento, pero también
una inflexión para mantener la vida propia del horizonte lenguaraz en
el que vivimos."<br /><br />Irene Agoff / Susana Aguad / Jorge Alemán
/ Fernando Alfón / Germán Alvarez / María Teresa Andruetto /
Julián Axat / Martín Baigorria / Cristina Banegas / Silvia Battle /
Diana Bellessi / Gabriel Bellomo / Carlos Bernatek / Emilio Bernini /
Esteban Bértola / María del Carmen Bianchi / Alejandra Birgin /
Esteban Bitesnik / Jorge Boccanera / Martín Bonavetti / Karina
Bonifatti / José Luis Brés Palacio / Cecilia Calandria / Marcelo
Campagno / Arturo Carrera / Albertina Carri / José Castorina / Gisela
Catanzaro / Diego Caramés / Carlos Catuogno / Sara Cohen / Vanina
Colagiovanni / Hugo Correa Luna / Américo Cristófalo / Sergio
Chejfec / Gloria Chicote / Luis Chitarroni / Guillermo David / Oscar
del Barco / Silvia Delfino / José del Valle / Marta Dillon / Ariel
Dilon / Gabriel D’Iorio / Angela Di Tullio / Nora Domínguez /
Víctor Ducrot / Juan Bautista Duizeide / María Encabo / Andrés
Erenhaus / Vanina Escales / Ximena Espeche / Liria Evangelista / José
Pablo Feinmann / Javier Fernández Míguez / Alejandro Fernández
Moujan / Christian Ferrer / Gustavo Ferreyra / Ricardo Forster /
Daniel Freidemberg / Silvina Friera / Mariana Gainza / Leila Gándara
/ Germán García / Gabriela García Cedro / Marieta Gargatagli /
Laura Gavilán / Juan Gelman / Juan Giani / Horacio González / Mara
Glozman / Ezequiel Grimson / Luis Gusmán / Liliana Heer / Sebastián
Hernáiz / Liliana Herrero / Flora Hillert / Walter Ianelli / Cecilia
Incarnato / Pablo Ingberg / Ezequiel Ipar / María Iribarren / Estela
Jajam / Noé Jitrik / Mario Juliano / Lisandro Kahan / Tamara
Kamenszain / Pedro Karczmarcyck / Mauricio Kartun / Alejandro Kaufman
/ Guillermo Korn / Laura Kornfeld / Daniel Krupa / Inés Kuguel /
Gabriela Krickeberg / Juan Manuel Lacalle / Alicia Lamas / Ernesto
Lamas / Daniela Lauría / Juan Laxagueborde / Daniel Link / Miguel
Loeb / María Pía López / Javier Lorca / Federico Lorenz / Silvia
Llomovate / Jorge Lovizolo / Silvia Maldonado / Ricardo Maliandi /
Anahí Mallol / Margarita Martínez / Silvio Mattoni / Nora Maziotti /
Ana Mazzoni / Juan Molina y Vedia / Graciela Morgade / Mariana Moyano
/ Vicente Muleiro / Daniel Mundo / Carolina Muzi / Gustavo Nahmías /
Viviana Norman / Celia Nusimovich / Dante Palma / Cecilia Palmeiro /
Fernando Peirone / Quique Pesoa / Ricardo Piglia / Pablo Pineau /
Agustín Prestifilippo / Nicolás Prividera / Mercedes Pujalte /
Alejandro Raiter / Carolina Ramallo / Gabriel Reches / Roberto
Retamoso / Eduardo Rinesi / Matías Rodeiro / Martín Rodríguez /
Emilio Rollié / Laura Rosato / Eduardo Rubinschik / Alejandro Rubio /
Andrés Saab / Guillermo Saavedra / Florencia Saintout / Juan
Sasturain / Silvia Scharzböck / Silvia Senz Bueno / Perla Sneh /
Ricardo Soca / Isabel Steimberg / Eduardo Stupía / Daniel Suárez /
Ximena Talento / Diego Tatián / Marcelo Topuzian / Javier Trímboli /
Hugo Trinchero / Washington Uranga / Lía Varela / María Celia
Vázquez / Miguel Vedda / Aníbal Viguera / Miguel Vitagliano /
Adriana Yoel / Patricio Zunini.</p><br /><b>Área temática:</b>
Sociolingüística<br /><br /><b>Información en la web de
Infoling:</b><br /> <a
href="http://www.infoling.org/informacion/Media21.html"
target="_blank">
http://www.infoling.org/informacion/Media21.html</a></body></html>