Cuitlahuac Cuitlatl

David Wright dcwright at prodigy.net.mx
Fri May 22 23:22:41 UTC 2009


Estimado Roberto:

 

Lo usual cuando comparamos antropónimos y topónimos entre el náhuatl y el
otomí del periodo Novohispano temprano es que en cada lengua se expresan los
mismos valores semánticos, o similares, pero construidos con los morfemas
propios de cada lengua. Lo mismo sucede con muchas palabras de otros tipos,
como son los términos calendáricos, los nombres de las estructuras sociales,
etcétera. Otomíes y nahuas, en el momento de la Conquista, habían convivido
estrechamente en los señoríos del cento de México durante más de medio
milenio; compartían lo que era esencialmente la misma cultura. Los préstamos
semánticos, sin elementos morfémicos o fonéticos, se llaman calcos.
Usualmente resulta difícil determinar la dirección de estos préstamos. Los
otomíes seguramente tienen raíces mucho más antiguos en el Altiplano Central
que los nahuas, cuyo origen se encuentra en el Occidente de México, al lado
de las regiones habitadas por sus parientes lingüísticos más cercanos de la
subfamilia Yutonahua meridional; De la misma manera los otomíes y sus
parientes de la familia otopame ocupan los valles centrales de México
(otomíes, mazahuas, matlatzincas y ocuiltecas) y parte de las tierras más
áridas hacia el norte (pames y chichimecos jonaces). Pero sería simplista
afirmar que los nahuas aprendieron la cultura centromexicana de sus vecinos
otopames, ya que ambos grupos formaban parte de la gran red de interacciones
culturales que llamamos Mesoamérica, desde por lo menos el Preclásico
Inferior (c 2500-1200 a.C.), cuando los antepasados de los nahuas todavía
vivían en el Occidente. Es decir, el contacto no inició cuando los nauas
llegaron al Altiplano Central, sino muchos siglos antes.

 

Dicho lo anterior, te comento que no he visto el nombre otomí de Cuitlahuac
en ninguna fuente novohispana en esta lengua, desafortunadamente. El Códice
de Huichapan nos proporciona los nombres en otomí de los señores mexicas
desde Acamapichtli hasta Moteuczoma Xocoyotl (excepto Huitzilihuitl, quien
se omite), así como los de dos señores de Tetzcoco (Nezahualcoyotl y
Nezahualpilli) y los de siete señores de Xilotepec. Algunos de estos
nombres, y otros más, aparecen en el Códice Pedro Martín de Toro (Archivo
General de la Nación, México, grupo documental Tierras, vol. 1783,
expediente 1, ff. 26r-32r).

 

Tenemos las palabras otomíes para oro y plata. parece que son calcos exactos
de las voces nahuas equivalentes. Aparecen en el Vocabulario de Urbano
(Alonso Urbano, Arte breve de la lengua otomí y vocabulario trilingüe
español-náhuatl-otomí, facsímil del ms., René Acuña, estudio, México,
Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad Nacional Autónoma de
México, 1990):

 

Oro. cuztic teocuitlatl, tetl coçauhqui -- anccaxttäbochä. angaccaxtti (f.
318r).

 

Plata metal. yztac teocuitlatl -- anttaxäcäbochä (f. 338r).

 

Las palabras otomíes, escritas con el alfabeto otomí más usado hoy (véase la
tabla en SUP-INFOR:
http://www.sup-infor.com/sources/codex_otomi/Fonemas1.htm), serían
ank’axt’äbojä, angak’axt’i y ant’axäkäbojä (donde los apóstrofos representan
oclusivas glotales y las diéresis marcan las vocales nasales; el subrayado
bajo la “o” se restituye porque es esta vocal, intermedia entre la /e/ y la
/o/ castellanas, la que se encuentra en esta palabra en otros vocabularios
coloniales del otomí y en las variantes modernas). Ank’axt’äbojä significa
el (an) metal (bojä) amarillo (k’axt’i). Angak’axt’i tiene el morfema que
significa amarillo, pero no el que significa metal. Ant’axäkäbojä significa
el (an) metal (bojä) blanco (t’axi), aunque no sé cómo analizar la secuencia
fonémica äka (hay trabajo pendiente sobre la gramática y la fonología del
otomí colonial antes de que podamos hacer traducciones precisas).

 

La pregunta, entonces, es si bojä significa “excremento de los dioses”.
Parece que sí. Jä (escrito “chä” en los textos otomíes coloniales) significa
algo similar a la palabra castellana “dios”, tomando en cuenta las
diferencias ideológicas entre las culturas ibera y centromexicana. La sílaba
bo es un morfema relacionado con los verbos “salir” y “sacar” y con la
cualidad de pegajoso (como podemos averiguar revisando las palabras que
empiezan con estos dos fonemas en cualquier diccionario otomí-castellano),
lo cual ciertamente nos coloca firmemente en el campo semántico del
excremento, por lo que podríamos traducir este morfema así, o con más
cuatela “sustancia pegajosa que sale”.

 

Plomo, según Urbano (1990: 339r), es temetztli, “Luna pétrea” en náhuatl y
nobotzäna (o ambotzäna), lo cual nos da la palabra modernizada (y sin los
prefijos sustantivos no- y am-) botsäna, posiblemente “excremento de la
Luna” en otomí, si aceptamos la hipótesis de que el morfema bo signifique
excremento.

 

Otro dato que te puede interesar es el nombre de una deidad que registra
Pedro Carrasco en su libro Los otomíes. Lo tomó del vocabulario otomí de
1640 que se resguarda en la Biblioteca Nacional de México: Nopot’ejä, “la
deidad del excremento”, probablemente el nombre otomí de Tlazolteotl, “la
diosa de la basura”. La palabra pot’ei, “excremento”, se encuentra en
Urbano, 1990: 239r (“Hezes generalmente”). Jä, equivalente de la voz náhuatl
teotl, significa “deidad” según la misma fuente (148r).

 

Saludos cordiales,

 

David Wright

 

P.D. Si acaso no llegan intactos los subrayados debajo de algunas vocales en
las palabras otomíes, las diéresis y las cursivas, escríbame directamente y
te enviaré este texto en un archivo DOC o RTF.

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