El DRAE en CD-ROM y los millardos
Carlos Subirats Rüggeberg
Carlos.Subirats at uab.es
Tue Dec 1 12:17:53 UTC 1998
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Editor: Carlos Subirats Rüggeberg <Carlos.Subirats at uab.es>
Colaboradoras:
Paola Bentivoglio <pbentivo at reacciun.ve>, UCV
Eulalia de Bobes <ebobes at seneca.uab.es>, UAB
Mar Cruz <mcruz at lingua.fil.ub.es>, UB
Emma Martinell <martinell at lingua.fil.ub.es>, UB
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El DRAE en CD-ROM y los millardos
De: Luis González <Luis.GONZALEZ at SDT.cec.be>
Publicado en: Puntoycoma
Boletín Electrónico editado por los traductores españoles
de la Comisión Europea:
http://europa.eu.int/comm/sdt/bulletins/puntoycoma/41/pyc415.htm
(Acceso a todos los números de Puntoycoma desde:
http://europa.eu.int/comm/sdt/bulletins/puntoycoma/numeros.html)
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En la reseña El DRAE en CD-ROM publicada en el número
anterior de Puntoycoma (Nº 40):
http://europa.eu.int/comm/sdt/bulletins/puntoycoma/40/pyc405.htm
Pep Bonet se lamentaba, con razón, de que la versión
electrónica del Diccionario de la Real Academia Española
no se hubiera aprovechado para actualizar el contenido. Es
una lástima que el esfuerzo para "dar esplendor" a la
versión en CD-ROM, con una interfaz que sale muy bien
parada, si se la compara con las de otros diccionarios
electrónicos, no haya servido para hacer un poco de
limpieza. Ahí sigue estando ese 'perro chino', que hace
tiempo encontró tiritando en las páginas del DRAE nuestro
compañero Javier La Orden:
"Perro chino.
Casta o variedad de perro que carece
completamente de pelo y tiene las orejas pequeñas
y rectas, el hocico pequeño y puntiagudo y el
cuerpo gordo y de color obscuro. Es estúpido y
pacífico, y está siempre como tiritando."
DRAE en CD-ROM
El DRAE evoluciona, aunque lentamente. Hace poco
tiempo que se modificaron definiciones tan líricamente
desbocadas como la de poesía (acepción nº 5 de la edición
de 1984) y ya no se llama, en un alarde de ironía
etimológica, "secuaces" a los seguidores de Carlos Marx
(véase marxismo en la edición de 1970). Don Manuel Seco,
en su interesantísima y crítica conferencia de marzo del
pasado año en nuestro SdT sobre 'La autoridad lingüística
de la Academia', señalaba otras tantas definiciones
anacrónicas en la última edición (p. ej., paje) y
criticaba también el arcaísmo del metalenguaje de las
definiciones del diccionario académico.
Las nuevas posibilidades de consulta que permite la
interfaz electrónica dejan al descubierto algunos
criterios caducos para los planteamientos de la
lexicografía moderna: por ejemplo, en la consulta por el
árbol de usos el registro popular aparece asociado a
grosero, malsonante y vulgar; todos bajo el epígrafe
variantes desprestigiadas. Además, si consultamos el DRAE
por ramas del saber, encontraremos 844 entradas en el
campo milicia y sólo 3 en el campo ingeniería (quizás por
aquello de que siempre la lengua fue compañera del
imperio).
El pasado 29 de diciembre (casi el día de los
inocentes) la prensa nos sorprendía con la aprobación por
la RAE de la voz millardo. Este neologismo, propuesto por
el presidente de Venezuela, Sr. Caldera, vendría a
resolver el problema que tienen los traductores con el
billion inglés, que como todos los traductores del inglés
saben no equivale a nuestro billón, como era el caso hace
tiempo en inglés británico, sino a 1.000 millones: el
valor del billion americano.
A juzgar por la aceptación del término en la prensa
económica española el millardo tiene un brillante futuro.
Nada que objetar a esta fulgurante consagración por la vía
presidencial (hay palabras que llevan esperando siglos),
pero ya hay quien la ha devaluado diciendo: "¡A mí esto me
importa un millardo (o miliardo)!".
Ahora es de esperar que, con los millardos que la
Academia consiga recaudar y los interesantes proyectos que
prepara su Instituto de Lexicografía (el más monumental es
el CREA, Corpus de Referencia del Español Actual, sobre el
que informaremos en próximos números), desaparezcan
del diccionario los perros estúpidos y tiritones y se dé
cabida a las muchas palabras que los puristas censuran
-qué digo, prohíben- blandiendo la edición en papel y
exclamando obsesivamente: "¡No existe, no existe!". Sólo
así el DRAE será el diccionario de referencia que nuestra
lengua se merece; menos pintoresco, quizás menos
"literario", pero más actualizado y riguroso. Eso sí que
sería una ayuda a los traductores.
Luis González <Luis.GONZALEZ at SDT.cec.be>
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