Copyright my foot!
Maria Bolivar
MBOLIVAR at SAN.RR.COM
Tue Feb 1 17:14:31 UTC 2005
I here send you a copy of the article I wrote on the issue of the
missing mural and the "despojo" against Santos de la Torre Santiago. It
is in Spanish, I apologize for those of you who do not read Spanish.
This is but a very tiny example (though magnificent in it power to
awaken many) of the atrocities committed in the name of "copyright". To
this day, the plagiario gets "credit" for having planned the despojo...
believe it or not.
María Dolores Bolívar
Misterio y viaje de los Tres Espíritus Sagrados
Por María Dolores Bolívar
La anécdota detrás de esta historia gira en torno al mural Misterio y
viaje de los tres espíritus sagrados, cuantificado, según se lo vea, en
dos millones de chaquiras de colores, convertidas en narrativa visual, o
en 1 millón de pesos, de acuerdo al avalúo del Instituto Nacional de
Bellas Artes.
Este mural, ganador del premio Fondo Nacional para la Creación
Artística, FONCA, para su realización, se le extravió a su dueño, Santos
de la Torre Santiago, en el año de 1998. Entre tanto la directora del
Museo Zacatecano, Julieta Medina Briones, le proponía a de la Torre
Santiago la idoneidad del recinto para albergar la obra desaparecida,
luego de que el artista expresara su deseo de hacerla participar en el
Festival Cultural 1999. ¡Lo primero era recuperarla!
El trabajo aludido no se pudo traer para las fechas propuestas por
Santos, Epigmenio Mendieta, visitador a cargo del asunto, gestionaba
condiciones para su devolución. El etnólogo-investigador Adán
Xicohténcatl Elízaga, que participó con Santos en el trámite ante el
FONCA, había fungido como figura protagónica, suplantando al artista y
apoderándose del mural, al cabo de su exhibición en el Antiguo Colegio
de San Ildefonso, en 1998.
Cuando el Museo Zacatecano intervino, las pesquisas para la recuperación
del mural llevaban ya un tramo adelantado, ocho o diez meses, pero el
caso todavía no estaba resuelto. La obra desaparecida sería entregada
al Museo, en octubre de 1999, con el acta respectiva de la CNDH.
Quedaban estipuladas ciertas condiciones. Las principales, que
permaneciera en exhibición y que se le diera una gran difusión. Se
solicitó al INBA un avalúo y Santos autorizó el traslado al Museo para
el resguardo del mural. Las condiciones no las imponía Santos,
curiosamente, sino el plagiario de la obra, quien, a pesar del hurto,
del agravio, jamás fue tratado como un criminal.
La historia era más larga, más escabrosa, pues había un segundo mural,
expuesto permanentemente en París, hecho también por Santos, en 1997,
bajo circunstancias similares. No se trataba de una copia y un
original, sino de dos originales. El artista tampoco había participado
en la develación de ese otro trabajo. El mismo etnólogo, Elízaga,
recibió los honores merecidos por De la Torre Santiago. Intervinieron
en tremendo entuerto, ante cámaras, funcionarios públicos, instituciones
de gobierno, la presidencia de Francia... cual si todos estuviesen al
tanto de este acto de pillaje.
El segundo mural, había sido solicitado a Santos para ofrecerlo como
regalo a Francia, con motivo del trigésimo aniversario del convenio
Metro México, Metro París. La gestión se había hecho mediante el mismo
intermediario. La obra se encuentra, todavía hoy, en exposición en la
estación Palais Royal, en los subterráneos del Museo del Louvre.
Pillaje expuesto por el Museo Zacatecano y el Metro de Paris
¿Cómo desaparece de San Ildefonso un mural de esas dimensiones: 80
piezas de 30 por 30 centímetros, se trata de un rectángulo, armado, de
2.40 metros por 3?
Realizada en 1994, la gigantesca obra había sido expuesta por primera
vez en el Museo de las Culturas Populares. Se le dedicaron 300 metros
cuadrados; se hizo una reproducción de cada uno de los cuadros que
conforman el montaje final, en fotografía; se trató de explicar la
cultura, la cosmogonía; se le dio una gran difusión, contaba Julieta
Medina. Efectivamente, era muy visible. La prensa capitalina había
cubierto magníficamente. Alguien lo recogió, cuando se exponía en San
Ildefonso y hubo que ir a la CNDH para recuperarlo.
Santos fue utilizado y no se le dio nunca el crédito de creador de esos
trabajos... ¿No es esa la presunta obviedad? Y esto, indirectamente, con
la anuencia del FONCA, del INBA, de los curadores, hasta del Presidente
de la República, a través de las autoridades del entonces Departamento
del Distrito Federal. Cuesta trabajo creer que el país regaló una
muestra de su arte más preciado y nadie se incomodó por la ausencia del
artista, del autor.
El canal 4 llegó a la comunidad serrana de Santos a entrevistarlo,
cuando el mural se iba a Francia. Se arrimó a la sierra para
entrevistarme... nos compartió Santos con esa mirada limpia de quien
nada debe... Y no era difícil imaginarlo entre el ruido ensordecedor de
las hélices de aquel aparato, arrimado a la sierra. Se hacía evidente
que no lo habían invitado a Francia y que Santos, con la sencillez que
lo caracteriza, consignaba, con sencillez, que el mural se lo debían.
Los fondos del FONCA, obtenidos para el primer mural deben haber sido
aplicados a la realización de la obra. En el segundo caso, el trabajo
se concertó del mismo modo, sin ganancia ni reconocimiento para el
creador. Tal vez, lo que denota mayor irregularidad es que el valor
adquirido por esos trabajos hubiera pasado por nulo, si no se descubre
el entuerto. Ninguna ganancia, de las que los artistas se benefician de
común; el reconocimiento, la retención de derechos, la autoridad sobre
el destino y uso de esos trabajos.
No fue el gobierno, portador del obsequio, ni las autoridades culturales
del país, quienes intentaron subsanar las pérdidas de Santos. Gente
altruista de Francia financió su pasaje para que el artista fuese a
París, a conocer el montaje de su obra, un año después de develado éste
en la capital francesa.
Los datos revelan que la recuperación del mural, y no su desaparición o
el usufructo que terceras personas hicieron de él, dio pie a que,
finalmente, se reconociera a Santos.
El mural, a salvo bajo la custodia del Museo Zacatecano durante todo un
año, sirvió de pretexto para la producción de un tercer mural, a modo de
que el desaparecido pudiese convertirse en un mural móvil, cuya
residencia temporal inicial fue Estados Unidos. Y todavía no se ha
encontrado evidencia de que se haya obrado en justicia del despojo de
los derechos de Santos, el creador y, por tanto, el único dueño de la
obra.
Una solicitud del Museo hecha al Fondo Estatal para la Cultura y las
Artes, FECAZ, que proponía facilitar la realización del un tercer
trabajo expositivo, ya como parte del acervo zacatecano, fue denegada,
sin aparente motivo de peso, por la comisión evaluadora de los proyectos
propuestos.
Y Misterio y viaje de los tres espíritus sagrados, esta vez con todo y
Santos, se fue al Centro Museo de Bellas Artes Mexicanas de Chicago, a
participar en El año de la mexicanidad.
-¿Se queda en los Estados Unidos la obra, hay negociaciones de compra
con Santos?
-No, hasta donde se sabe, se va y regresa, a Santos, no sé si al museo.
Santos solo nos ha pedido que, a donde quiera que vaya, le apoyemos en
checar cuestiones de tipo técnico, trámites administrativos, avalúo,
convenios, garantías de traslado. Para Santos es mucho más fácil que el
mural se encuentre en un lugar como el museo y, de ahí, ir a diferentes
exposiciones. Por eso la idea de conseguir fondos para contar con una
obra, expresamente creada para ese propósito.
Por el momento los tres murales se encuentran en buenas manos. Y
sirvió esta triste historia de piratas para que en lugar de un mural
hubiera tres... Extraño giro de una historia igualmente extraña.
En Zacatecas, a los huicholes sólo se los ve en la calle, vendiendo,
pidiendo ayuda. Es raro encontrarlos en restaurantes, librerías,
bibliotecas. En ninguno de los Estados que integran la demarcación
geográfica de ese grupo, se fomenta la participación integral de su
cultura en la vida pública.
Cuando se inauguró el mural se sentía esa marginalidad, incluso por
parte del Instituto Zacatecano de Cultura que eligió como logo de los
Festejos del Milenio una figura antigua, pudiendo utilizar algo de las
culturas vivas que expresan diversidad en el Estado, que denotan, en su
vigencia, el esplendor y la historia trágica de quinientos años.
Julieta Medina que completó para nosotros lo consignado por Santos, nos
habló de que en uno de los ochenta cuadros que componen el mural
aparece una representación muy parecida a la pictografía utilizada de
logo de los Festejos; representa más o menos lo mismo. La del mural es
la impresión del espíritu descarnado de Tatewari, el dios fuego, puente
entre los chamanes y los dioses. Puede que sea coincidencia... ¡no lo
sabemos! Lo que sí nos genera incógnita es por qué consultar a Peter
Jiménez, el norteamericano que dirige el sitio arqueológico de La
quemada, antes que a Santos de la Torre Santiago, líder huichol, de la
cosmogonía, de la cultura, de la herencia del México Antiguo. Y nos
quedamos con esa duda...
Compromiso del Museo Zacatecano por la cultura huichola
La presencia huichola en el Museo Zacatecano no inicia con Santos de la
Torre Santiago, autor de esta obra. La institución tuvo que rescatar la
colección de bordados, única en su género, reunida en los años 20 y 30
por el doctor Enrique F. Mertens. Mertens dio a los artistas materiales
de trabajo y facilitó así la recuperación de sus tradiciones. Existe un
libro, Bordados huicholes, de Fernando Benítez, editado en 1991. Ahí
quedó plasmado el reconocimiento al nivel artístico de esos bordados. La
colección, con el tiempo, había pasado a manos de Dolores Olmedo. Ante
la apatía de la Universidad Autónoma Zacatecana, hubo que recurrir a
todo para que los bordados volviesen a Zacatecas.
El Museo Zacatecano tuvo como enfoque, en sus inicios, revalorar lo
popular y elevarlo al nivel de arte, que le es propio. En 1995 este
principio estuvo detrás de su montaje. Su coordinador, Alfonso Soto
Soria realizó la museografía con ese objetivo. Se contaba, para su
apertura, con la colección de Mertens, donada a la Universidad Autónoma
de Zacatecas.
Fue en ese tiempo que se llevó a cabo la curaduría para rehabilitar las
áreas del museo, dotarlas de vidrios polarizados y lámparas; se trabajó
en transmitir a la comunidad el valor de un arte respaldado por todo un
proceso formativo, como el huichol. Se recurrió también a colecciones
propias de la creación artística del estado, como la colección de
Exvotos, donada por Ernesto Juárez Frías y la de hierros forjados,
donada por el historiador Guillermo Tovar y de Teresa.
Al referirse a los inicios del Museo, en particular, a la colección de
bordados huicholes, Guadalupe Dávalos, que participó en la primera fase,
comentó que había la idea de que la gente entendiera cosas sencillas
como por qué los dioses son animales; por qué refleja este arte una
liberación de mitos ancestrales. Dávalos dijo que se partió de que no
se trataba de un arte mimético, en la medida en que no se podía ver
ningún trazo con líneas de color, sino que se había hecho conforme a la
mente y la memoria de una cosmogonía específica.
Al preguntar a Julieta Medina respecto de la respuesta de la comunidad
zacatecana para con el mural comentó: La experiencia que tenemos de
afluencia respecto del año pasado es el doble. El museo es visitado por
muchos zacatecanos. Yo creo que esto se debe a la gran difusión, pero
sobre todo al impacto que produce en el visitante la obra de Santos.
-¿Y los huicholes, visitan el museo?
-Pocos, pero sí visitan. Les tenemos un registro; no son muchos,
alrededor de unos cincuenta. Los huicholes sólo acuden a las ciudades a
vender sus artesanías, ese es su medio de subsistencia. En el museo les
compramos las jícaras pequeñas.
-¿Y Adán Xicohténcatl Elizaga está en una cárcel, por robo; sigue un
juicio por plagio; se le han fijado multas en base a la ley de derechos
de autor; se le percibe como el pillo que es?
-No, a la negociación que se llegó con la CNDH fue que entregaba la obra
a cambio de que siguiera apareciendo su crédito. El argumento es que él
hizo las gestiones ante el FONCA. Su nombre continúa apareciendo en la
ficha técnica, como el etnógrafo.
-Eso y respetar el pillaje es lo mismo...
-Pero queda fuera, desafortunadamente, de nuestra injerencia. La labor
del museo es, sí, promover, fundar, por qué no, esa conciencia, no
podemos más.
No hay una política agresiva de defensa, no se va más allá. En
Zacatecas hay mucho que rescatar y son pocos los avances en esa
dirección. Las riquezas patrimoniales, es el caso de la Quemada, el
Mixtón, las Ventanas, la Caxcania toda. Continúan bajo la vigilancia
laxa de las autoridades del INAH, que supervisa desde lejos; de
investigadores nacionales y extranjeros que adquieren derechos, por
desconocimiento y falta de precisión de las leyes.
La cultura que yace en esos sitios, al resguardo del tiempo y del
olvido, no se conoce. Los especialistas, muchas veces extranjeros, se
dan acceso a esos sitios y usufructúan su valor, mediante becas,
estudios, ediciones, en buen número financiadas con recursos nacionales,
cuando no mediante el pillaje más directo, de sustracción de piezas.
Eso no hace sino desvincular a centros de estudios mexicanos de una
posible perspectiva que le de la vuelta al saqueo ocurrido por estos
contactos. La universidad, los museos, el gobierno deberían tener una
política más agresiva de rescate del patrimonio cultural.
Santos de la Torre Santiago
Santos es un personaje de coordenadas vagas. Como bien expresan quienes
han entrado en contacto con él, no se sabe como encontrarlo, salvo si se
le envía un mensaje vía El Nayar, la estación de radio del Instituto
Nacional Indigenista, en Nayarit, que transmite regularmente en Cora y
Huichol a toda la región.
Con motivo de la ampliación del plazo dado originalmente a la exhibición
de uno de sus murales, Misterio y viaje de los tres espíritus sagrados,
en el Museo Zacatecano, se le entrevistó en marzo, del 2000, para que
hablara del calvario que vivió por la desaparición de su obra, en el
programa del Instituto Zacatecano de Cultura, La carreta alegórica. Esa
entrevista no había sido concertada con antelación; se había previsto,
simplemente, comentar en la radio la importancia de que la estancia de
la obra en Zacatecas se prolongara hasta abril, durante el Festival
Cultural, idea que había motivado el contacto de Santos con el Museo, en
primera instancia.
Al momento mismo de iniciar la transmisión al aire, apareció Santos,
según él mismo relató, de manera mágica, conducido hasta ahí por sus
deidades. Al otro lado de la puerta de vidrio, de la cabina improvisada
en una casa de la calle de Yanguas, a unas cuatro cuadras del Museo
Zacatecano, estaba Santos, tranquilo, listo para contar las peripecias
de sus murales, al aire.
Está en buenas manos, comunicó a la audiencia, mientras tocaba
discretamente la pluma de su sombrero, símbolo del papel que él
desempeña como chamán de su comunidad, los dioses así quisieron.
Santos es chamán, peyotero. En el viaje que los huicholes realizan a
Viricuta, desempeña labores importantes; dedica mucho tiempo a las
actividades religiosas de grupo.
Pertenece a un núcleo de comunidades huicholas que ven extenderse su
territorio por ahí donde comparten geografía Jalisco, Zacatecas, Durango
y Nayarit.
En Zacatecas los huicholes se encuentran al Sur de Valparaíso. Santos
radica en una comunidad pequeña, Mesa del Venado o Colonia Nueva o Las
latas. Tiene tierras, también, en Santa Lucía de Valparaíso. Aunque
ellos no se sienten ni de Zacatecas, ni de Jalisco; son huicholes,
independientemente de la región o de los límites geográficos que
nosotros tenemos.
Santos abundó poco, durante la entrevista, en el pillaje efectuado
contra su obra. A cada pregunta respondió con explicaciones referentes
al trabajo colectivo, a los mensajes sagrados de los que es portadora su
obra. Todos los símbolos e imágenes representados en el mural son
elementos míticos.
Antes de iniciar los trabajos de cada uno de sus murales, se realizó
una ceremonia especial para que los dioses nos condujeran, explicó
Santos. Se trataba de plasmar la memoria colectiva de su pueblo, su
visión del mundo, su cosmogonía.
La labor colectiva, que dio a luz a tan controvertidas obras, resultó
del empeño y compromiso familiar con las tradiciones comunitarias
-Santos contó con el trabajo de 8 colaboradores de su familia y no de la
incidencia accesoria del etnólogo que a la fecha reclama un papel
preponderante en las exhibiciones de este arte que, tiene dueño.
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