Información bibliográfica: M.A. Esparza. 1995. LAS IDEAS LINGÜÍSTICAS DE ANTONIO DE NEBRIJA

Carlos Subirats Rüggeberg Carlos.Subirats at uab.es
Mon Mar 30 17:32:34 UTC 1998


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Carlos Subirats Rüggeberg <Carlos.Subirats at uab.es>
Colaboradoras:
Paola Bentivoglio <pbentivo at reacciun.ve>, UCV
Eulalia de Bobes <ebobes at seneca.uab.es>, UAB
Mar Cruz <mcruz at lingua.fil.ub.es>, UB
Emma Martinell <martinell at lingua.fil.ub.es>, UB
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Información bibliográfica:
Esparza Torres, Miguel Ángel. 1995. LAS IDEAS
LINGÜÍSTICAS DE ANTONIO DE NEBRIJA. Münster: Nodus
Publikationen.
_____________________________________________________

RESUMEN:

    El objeto de este trabajo es el estudio de las
ideas lingüísticas y gramaticales de Antonio de
Nebrija, desde los presupuestos de la moderna
historiografía lingüística, y su propósito, exponer
nuevos argumentos que permitan una lectura
estrictamente filológica de la obra del nebrisense,
acorde con la época y con la intención del autor.
Esta lectura permitirá, además, una explicación
adecuada de la Gramática Castellana:
Procedemos ahora a la recensión de la línea
argumentativa que se ha seguido y a exponer las
conclusiones a las que se ha llegado.

1. Quizá la primera conclusión que pueda extraerse
del estudio de las obras de Nebrija es su unidad.
Efectivamente, de las menciones entrecruzadas y de
las referencias de unas obras a otras que hallamos en
los distintos prólogos y en los textos de las obras,
no puede menos que concluirse la íntima conexión de
todos y cada uno de los trabajos del humanista.
Algunos de los comentarios vertidos por el autor en
distintas obras son especialmente adecuados para
concretar la idea de la unidad en la diversidad de la
obra de Nebrija. En este sentido, la preocupación por
la renovación del método de enseñanza de la lengua
latina, expresamente declarada en la primera edición
de sus Introductiones, manifiesta claramente el modo
en que se unen la actividad editorial y una tarea
docente, plena de exigencia, en la que se descubre
sin dificultad la preocupación del buen maestro por
dar con el método adecuado para la enseñanza de sus
alumnos. Los papeles que Nebrija usaba para sus
clases acababan de un modo u otro en la imprenta. Así
superaban la circunstancialidad del uso momentáneo y
pasaban a engrosar la bibliografía que el maestro
requería y los alumnos necesitaban.
Pero la necesidad de una renovación metodológica
exigía conjugar inteligentemente los aspectos
gramaticales y lexicográficos. Nebrija, en cuanto
dispuso de tiempo, acometió la tarea y, sin perder
nunca de vista la condición de la armonía, sacó a la
luz el grueso de sus obras lexicográficas y
gramaticales que miraban por el provecho de todos,
"assi de los que la lengua castellana dessean venir a
la latina, como de los que ia osan leer libros
latinos i aun no tienen perfecto conocimiento de la
lengua latina". De esta manera el Lexicon, el VEL, la
versión bilingüe de las Introductiones y la Gramática
Castellana se convirtieron -usamos las palabras del
propio autor en el prólogo al VEL- en los materiales
que hicieron crecer el edificio cimentado con las dos
primeras impresiones de las Introductiones Latinae.
La unidad de la obra de Nebrija se aplica, por tanto,
a las obras lexicográficas y gramaticales. Pero el
maestro no era sólo un sabio conocedor de los
entresijos de la lengua y un maestro ejemplar; guiado
por el sentido común y por su experiencia docente,
entendió también que no hay alumnos capaces, allí
donde hay profesores ignorantes: la construcción no
quedaría definitivamente completa hasta que su
doctrina no llegará a los maestros. La Recognitio
cumplió este fin: Nebrija dejó encerrados en la
extensa glosa que desentraña el texto gramatical de
las Introductiones los fundamentos de sus
concepciones lingüísticas y las razones que le guían
en sus desarrollos metodológicos.

2. Del estudio de la obra de Nebrija se deduce
también con facilidad que es posible delimitar
-dentro de la abultada relación de obras- los
trabajos más adecuados para el estudio de sus ideas
lingüísticas y gramaticales, según indicaciones
explícitas del propio Nebrija: los cimientos -las dos
primeras ediciones de las Introductiones Latinae- y
el edificio sobre ellos asentado, cuyos primeros y
más importantes materiales fueron los elaborados bajo
el mecenazgo de Zúñiga, desde la versión bilingüe de
las Introductiones hasta la Recognitio. Es decir: hay
que añadir a estas obras el Lexicon, el VEL y la
Gramática Castellana.

3. Nebrija consideraba la Gramática Castellana
estrechamente unida al resto de sus obras
gramaticales y léxicográficas y es, por tanto, un
elemento imprescindible en la obra de nuestro autor.
Sin embargo, la constatación de que el número de
ediciones de las obras de Nebrija tiene una relación
directa con el éxito de su difusión y venta, podemos
deducir que la Gramática Castellana no fue entendida
por sus contemporáneos, porque se trataba de un salto
cualitativo excesivamente audaz en la tradición de
las notas romances, ni tampoco por los humanistas
vulgares, ya que el sustrato ideológico que había
servido para que Nebrija concibiera la idea de la
gramática de una lengua vulgar había experimentado
con el tiempo cambios notables. La indagación en las
ideas lingüísticas y gramaticales de Nebrija cobra
entonces una importancia más que notable.

4. El fundamento último de las ideas lingüísticas de
Nebrija lo encontramos en la aplicación del principio
de analogía repetido en múltiples ocasiones en sus
obras. Pero nos referimos ahora a las relaciones
analógicas que se establecen entre lenguaje,
pensamiento y realidad: existe una correspondencia
entre lo pensado y lo expresado que encuentra su
justificación última en las letras como "depósito de
la expresión". La ruptura de esta relación -piensa el
gramático- haría imposible la convivencia,
descompondría las ciencias y las artes y, finalmente,
confundiría la religión.
Según esta teoría, al modo de ser corresponde el modo
de entender y el entendimiento asigna a la palabra un
modo de significar. Enlazamos aquí con la herencia de
la especulación medieval sobre el lenguaje, pero
Nebrija ha dado un paso que le distancia de los
gramáticos que crearon y difundieron esta teoría: la
atención a la letra -elemento que garantiza el
sistema-, la necesidad de los estudios ortográficos.
La aplicación lingüística del principio de analogía
hace que nuestro autor configure el lenguaje modo
análogo al que la metafísica estructura la realidad.
Por eso, adopta como base la distinción entre materia
-las partes de la oración- y forma -sus accidentes y
las relaciones que mantienen entre sí, expresadas en
el orden que adoptan en la oración-.
La oración se convierte entonces en el elemento mayor
y fin de la progresión en la composición del
lenguaje, al tiempo que se constata que no es posible
la oración sin dicciones, sílabas y letras. Toda
precisión acerca de la oración se distribuye en
palabras, sílabas y letras "como un todo en sus
elementos".
Las partes de la oración, los modos de significar las
cosas otorgados por el entendimiento, copian los
modos de ser de las sustancias y quedán determinadas
por sus accidentes. Uno de estos accidentes actúa
como forma sustancial. Pero Nebrija, al considerar
letras y sílabas como elementos sin los cuales no es
posible el ascenso hasta la dictio, también las
equipara a sustancias determinadas por una forma
sustancial: la letra es tal -concreta y determinada-
en la medida en que responda a la pronunciación que
le corresponde -a su fuerza-; la sílaba en función
del acento, la dicción en virtud de su significado;
la oración es consecuencia del recto orden de las
partes de la oración y de su perfecta conexión.
Las doctrinas de materia y forma, de sustancia y
accidentes, en cuanto que teoría lingüística
aplicable a "todo arte de hablar" ponen de manifiesto
la existencia de universales lingüísticos: letra,
sílaba, dicción y oración con sus respectivos
accidentes. Como la significación de la dicción
escinde este componente en las diversas partes de la
oración y los accidentes que son propios a cada uno
de ellas, se distingue muy claramente entre las
categorías que están directamente vinculadas -modo,
tiempo, número, persona, caso- de las que no lo
están.

5. El lenguaje es un fenómeno específicamente humano.
En este sentido, sus manifestaciones concretas -las
lenguas- se caracterizan en razón de aspectos propios
de la naturaleza humana. Las lenguas son diversas,
temporales, perfectibles y están sujetas al riesgo de
la corrupción si no son reguladas por el gramático.
Sin la actuación del gramático, la progresiva falta
de coincidencia entre la escritura y el habla acaba
convirtiendo ese riego en segura condena. La letra,
entonces, se constituye en la "sustancia" de la
gramática, cosa que Nebrija argumenta por la propia
etimología de 'gramática' y por la misma definición
nominal de la gramática. El campo de actuación del
gramático se extiende, en ese sentido, a todos los
saberes.
La diversidad de las lenguas puede justificarse en
razón de su origen -el romance, por ejemplo, es latín
corrompido-, pero no sólo de esta manera: la
diversidad de las lenguas responde también a las
relaciones que mantienen con otros factores:
religión, sabiduría y poder. Desde esta perspectiva,
el trifarismo de las lenguas griega, hebrea y latina
es lo más noble, si bien existe una gradación entre
ellas: la lengua latina es la que ha ascendido
aquellos tres peldaños y en ella, piensa nuestro
autor, "se ve que la religión, la sabiduría y el
poder se han cojurado entre sí como un triunvirato y
que la una sin las otras tiene fuerzas inoperantes".
Contrastados todos los elementos de juicio, se
desvelan claramente los respectivos papeles de latín
-lengua de ciencia, universal a la comunidad
intelectual y cristiana-  y  castellano -lengua de
comunicación-. Pero pensamos que de aquí no se
desprende una minusvaloración del castellano, sino
más bien la necesidad de someter a reglas esta lengua
para que sea posible la traducción y, en definitiva,
el tránsito de una lengua a otra; o lo que es lo
mismo: el acceso con garantías a los saberes
atesorados en la lengua latina.
Cuando Nebrija habla aquí de la lengua latina, se
está refiriendo a la lengua que se mantuvo en "una
uniformidad" gracias a la codificación llevada a cabo
por los gramáticos. Nuestro autor, distinguía otra
lengua latina que se dasarrolló paralela y
armónicamente a esta lengua codificada hasta que a
los factores internos -repetimos: la naturaleza
mudable de la lengua en tanto que construcción
específicamente humana- se añadieron factores
externos -la disolución del poder- que la separaron
hasta convertirla en otra lengua distinta, aunque
unida por los lazos del parentesco: el sermo
hispanus. Obviamente, la separación progresiva de
ambas lenguas hizo que llegara también un momento en
que los autores dejaron de ser dignos de la
consideración de latinos: por eso dice nuestro autor
que, desde San Isidoro, qui sequuntur, quod ad latini
sermonis rationem attinet, nec digni quidem sunt
quorum meminisse debeamus.

6. La Gramática no es sólo el arte de la composición
de gramáticas de lenguas particulares. La
consideración del lenguaje como fenómeno
específicamente humano, de una composición común y de
unos universales lingüísticos, así como la necesidad
de garantizar la congruitas o conveniencia entre lo
pensado, lo expresado y lo escrito, nos remite a una
concepción científica de la gramática.
Nebrija, efectivamente, distingue entre las distintas
ciencias las que se encuadran en la rama de las
sermocinales: gramática, lógica y retórica. La
gramática es aquella ciencia que tiene por objeto
asegurar la congruitas; se distingue así de la
retórica y de la lógica que entienden respectivamente
del ornato y de la verdad o falsedad de los
enunciados.
El gramático trabajará sobre el uso de la lengua y,
al confeccionar artes, no dirá nada que no haya
documentado en el uso de aquellos que tienen
autoridad, de aquellos que han vivido en el momento
privilegiado de la lengua y han captado en
profundidad las palabras y contrucciones más
adecuadas.
Sin embargo, es el gramático quien configura la
norma, porque dispone de la visión de conjunto de los
modelos y es él quien ha realizado el consenso entre
los eruditos. El gramático conoce como nadie la
naturaleza de la lengua.
La delimitación de los respectivos campos de
actuación de gramática y lógica permite que el
gramático pueda usar de la ciencia lógica en aquello
que le es verdaderamente útil; así, por ejemplo, la
lógica garantizará que las definiciones de los
conceptos teórico-gramaticales sean precisas,
propias, positivas y no circulares; lo mismo puede
decirse de la tipología de las divisiones aplicadas.
El dominio y el conocimiento de los fenómenos
lingüísticos universales facultan al gramático para
verificar el grado de perfección que ha alcanzado el
uso de la lengua.
En otro orden de cosas, la lógica -aplicada por el
gramático- pondrá coto a las posibles desviaciones no
tolerables en el uso -las que rompen la congruitas- y
dirimirá, en palabras de nuestro autor, donde el uso
se convierte en abuso.

7. La Gramática como Arte puede aprovecharse de los
universales lingüísticos determinados por la ciencia
gramatical y debe imitar la naturaleza del lenguaje
en lo que se refiere a su composición para lograr el
máximo resultado. Con tales presupuestos, el
gramático ha de intentar el desarrollo de un método
natural para la enseñanza de la gramática. Es decir:
un método que debe estructurarse conforme al orden de
composición natural de toda lengua:
letra-sílaba-dicción-oración.
Este método, sin embargo, sólo puede aplicarse en la
lengua que le es natural al que la aprende: su lengua
materna. En el caso del castellano, dado el
parentesco que le une con la lengua  latina, este
método ofrece las máximas esperanzas. Las ventajas
del método natural, por tanto, pueden resumirse en
dos puntos muy concretos: por una parte, gracias a la
aplicación de este método el arte se aproxima a la
naturaleza; por otra, ofrece la ventaja de que los
conocimientos teórico-gramaticales necesarios para el
conocimiento de la lengua latina "nacen" de la propia
lengua.
Nebrija consiguió este método natural con su trabajo
en la Gramática Castellana. El cotejo de los índices
de ésta obra con el de las Introductiones Latinae
demuestra como, efectivamente, nuestro autor
estructura los contenidos de la Gramática Castellana
ascendiendo desde la letra hasta la oración.
Desde esta perspectiva, puede comprenderse bien la
amargura de Nebrija al comprobar que su trabajo no
fue entendido. La Gramática Castellana representaba
la ansiada solución al problema del método de
enseñanza de la lengua latina, problema que se había
planteado desde su primera obra con una premisa
claramente definida: ponerse a la altura de los
alumnos y explicar la gramática del modo más
asequible para ellos; por otra parte, la Gramática
iba a conseguir la armonía entre lengua de ciencia y
lengua de comunicación de tal manera que quedaría
asegurado el tránsito de los conocimientos de una
lengua a otra. Además -y éste es otro aspecto de la
armonía-, mediante el "sometimiento a reglas" del
castellano, se ponía punto final al proceso de
separación entre lengua de comunicación y lengua de
ciencia.
Pero no son éstas las únicas razones de la
superioridad de la Gramática Castellana ni sus únicas
ventajes. Nebrija consigue relegar la aplicación
gramatical de la analogía -que "no tiene fuerza en la
razón, sino en el ejemplo"- hasta el momento en que
el alumno está en mejores condiciones de enfrentarse
a su estudio. Efectivamente, una de las ventajas más
destacables de este procedimiento es que las reglas
analógicas de formación de palabras pueden aprenderse
con posterioridad: el Libro V de la Gramática
Castellana no es otra cosa que unos praeexercitamenta
adecuados al método natural, más amplios y más
complejos que los que se encuentran en las
Introductiones.
Además, Nebrija aplica en la Gramática Castellana las
definiciones de las partes de la oración que, aunque
son más difíciles -las que hacen relación al
significado-, son también más caracterizadoras de
estos elementos. Un índice para valorar la
incalculable superioridad pedagógica de la Gramática
Castellana sobre las Introductiones Latinae es la
comprobación de que, en la gramática latina, sólo
pudo incluir estas definiciones en las glosas para
los maestros. La misma conclusión podemos extraer si
consideramos la posibilidad de discernir todas las
partes de la oración, con la seguridad de que el
alumno entenderá la necesidad de distinguir cada una
de ellas. Es más, Nebrija se sirvió de la Gramática
Castellana para explicar las peculiaridades
significativas y la traducción del gerundio y supino
latinos, denominándolas como partes de la oración en
la lengua latina, cosa que no se atrevió a hacer sino
en las glosas de la Recognitio.
La Gramática Castellana ofrecía la posibilidad de
enseñar a construir las palabras en español, porque
la progresión del método natural exige detenerse en
todos y cada uno de los accidentes de las partes de
la oración y los accidentes pertenecen a la forma de
la lengua. Efectivamente, el estudio de los
accidentes exige distinguir las categorías vinculadas
de las que no lo están: buena parte de la doctrina
sintáctica de Nebrija hay que buscarla en los
capítulos dedicados a la morfología, pues al estudio
de la etimología y la dicción corresponde determinar
las conexiones obligatorias entre las partes de la
oración.
Al mismo tiempo, la aplicación del método natural
hacía patente la relación de la construcción con la
ortografía y la prosodia. Si la oración es
"pronunciación ordenada por dicciones", es evidente
que los fundamentos están en la misma dicción,
compuesta de letras y sílabas.
En definitiva, puede considerarse que la Gramática
Castellana es la máxima realización de Nebrija en
cuanto a la solución del problema de la enseñanza de
la lengua.
 Habría que hacer, con todo, una importante
aclaración. El empleo del método contrastivo y la
continua referencia a la lengua latina, no implica
que la Gramática Castellana sea una gramática latina.
Nada más lejos de la realidad. Por el contrario, se
trata de una aplicación metodológica que,
fundamentada sobre la comparación lingüística,
constata los hechos comunes y los particulares a
ambas lenguas en lo relativo a ortografía, prosodia,
etimología y sintaxis. Esto ofrecía a Nebrija la
ventaja de que el alumno se familiarizaría con mayor
facilidad con la lengua latina, pero también con las
peculiaridades del castellano: sería capaz de pasar
de una a otra lengua sin deformarlas -recuérdese, a
este respecto, los errores, que nuestro gramático
censura, relativos a los contagios improcedentes de
construcciones o a los límites de ciertas figuras en
cada lengua-.
Es verdad que Nebrija considera que las letras
propias del castellano son las que mantienen la
pronunciación latina originaria sin añadir oficio
alguno. Pero esto no es obstáculo para que marque las
diferencias y describa las pronunciaciones prestadas
-ausentes en el latín- a algunas letras o la
diferencia en el orden de las letras -lo que remite a
la distinta composición de las sílabas-.
De la misma manera, Nebrija distingue la situación
del latín y el castellano en cuanto a los accidentes
de la sílaba. Resulta especialmente caracterizador de
la postura del gramático el modo en que procede
cuando se enfrenta al problema de la cantidad
silábica. Aquí, Nebrija mantiene la existencia del
pie en tanto que universal lingüístico, pero escoge
para el castellano el espondeo, uno de los dos pies
de dos sílabas formado por sílabas de idéntica
cantidad; afirma que está trabajando con el fin de
que el castellano llegue a sentir esa diferencia pero
estructura la métrica castellana y su descripción a
partir del espondeo.
Igualmente, Nebrija señala las diferencias
latín-castellano en lo que se refiere al número de
las partes de la oración, de sus accidentes y de la
realización de estos accidentes. Así, por ejemplo,
encuentra la solución de la formación de los tiempos
que se dicen por rodeo en una parte de la oración
ausente en latín: el nombre participial infinito;
establece las diferencias entre los respectivos
sistemas verbales; la manera en que se resuelve la
ausencia de supino o la diferente significación del
gerundio en castellano y declara su esceptecismo ante
el participio de futuro, porque, en su opinión,
todavía no lo ha recibido nuestra lengua. Asimismo,
frente al detalle de los recursos para la formación
de palabras en castellano por sufijación, derivación
o composición, hallamos ausente de su descripción el
superlativo sintético.
Nebrija, por fin, corrige los excesos en la
adecuación de las construcciones latinas a las
castellanas y pone un límite muy concreto al
hipérbaton: no es posible en castellano el paso de
elementos de la construcción del nombre a la del
verbo, ni al contrario.

8. En repetidas ocasiones, se adivina la importancia
que Nebrija otorgaba a una característica de las
lenguas a la que hasta ahora sólo nos hemos referido
en su aspecto negativo: la lengua es corruptible,
pero también es perfectible. Efectivamente, de la
posición de Nebrija ante el contraste de las lenguas
castellana y latina se deduce la distinción entre
realidad gramatical descrita y realidad gramatical
posible, distinción relacionada con la madurez de la
lengua -con el número de universales lingüísticos que
en un momento realiza-. Precisamente, cuando se
presenta tal circunstancia, Nebrija se muestra
especialmente fiel a la distinción entre ambos planos
y nos revela la faceta donde, más claramente, se nos
manifiesta lingüista español.

9. Nebrija, por fin, al abrazar el imperativo
pedagógico como máxima en su labor de gramático, fue
capaz de unir en su obra, sin tensiones, los
componentes filológico -la base lingüística que la
antigüedad había legado- y especulativo -las ideas
sobre el lenguaje y las consecuencias de la
consideración de la gramática como ciencia-, que
durante siglos habían permanecido escindidos, en un
método audaz y efectivo.

10. La originalidad de la Gramática Castellana parece
algo bastante evidente después de todo lo dicho. Esta
obra, al margen de ser, en sentido estricto, el
primer tratado gramatical de una lengua romance,
posee méritos innegables. En ella, Nebrija demuestra
que fue el primero en ver y captar la realidad
lingüística tal como era, sin prejuicios latinistas,
y en tratar de clasificarla sin que la aplicación de
los esquemas conceptuales desvirtuara la realidad
idiomática.

11. Nebrija, intentando buscar un nuevo método para
restituir la latinidad, escribió la primera gramática
del castellano-español y, a quien soñaba con ser
recordado como quien hizo aquello, celebramos hoy,
además, como el principe de la romanidad. Tal vez
fuera éste el premio reservado a un hombre dedicado
incansablemente a su profesión de gramático y
entregado a la constante preocupación por la
enseñanza de la lengua, llave de los demás saberes.
Nebrija no dudaba de la dignidad y necesidad de los
estudios gramaticales. ¿Qué encontraba nuestro autor
en la aparente pequeñez del estudio de las letras?:
la gramática "nos enseña la lengua, la cual nos
aparta de todos los otros animales i es propia del
ombre". La dignidad de los estudios gramaticales
"primera de las artes de humanidad" reafirma, en
último término, la del hombre mismo.

ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO I: Nebrija y la historiografía de la
lingüística; CAPÍTULO II: Notas sobre la situación de
los estudios gramaticales en la éóca de Nebrija
CAPÍTULO III: Delimitación de las fuentes (Estudio
bio-bibliográfico)
CAPÍTULO IV: La naturaleza del lenguaje
CAPÍTULO V: La variedad de las lenguas
CAPÍTULO VI: La gramática como ciencia del lenguaje
CAPÍTULO VII: La gramática como arte para la
enseñanza de la lengua
CAPÍTULO VIII: Contraste y analogía en la descricpión
gramatical del castellano
CAPÍTULO IX: La oración: la doctrina sintáctica
CAPÍTULO X: Conclusiones
BIBLIOGRAFÍA.

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